julio 26, 2018

Mezcla de emociones

Sabía que un día mi hijo dejaría el nido para ir a estudiar a otro lugar, pero cuando salimos del hotel en Berlín para ir a instalarlo a su apartamento una sensación difícil de describir me invadió, Mikel  iba caminando adelante de mi con sus maletas rumbo al metro yo lo ví convertido en un hombre, sentí alegría y orgullo por saber que estaba listo para vivir solo. Entramos al metro y mientras estaba parado frente a mi lo vi en todas las etapas de su vida, como si fuera una película, empezó a latir mi corazón, lo vi con su mandil azul y su lonchera el primer día que lo dejé en Maternal, inmediatamente cambió la escena a los festivales del Kínder, siempre sonriendo y bailando con mucho gusto, luego se me hizo un nudo en la garganta al verlo el día que entró a la Primaria en Dubái, fue muy valiente porque todo era nuevo, los compañeros y el idioma pero ahí lo dejé, me agaché para darle un beso y prometiéndole que todo estaría bien, después sentí nostalgia como si lo estuviera enfocando con mi cámara y zoom parado en el trampolín durante sus competencias de natación cuando estaba en Secundaria y emoción cuando lo vi grandote, atrevido e inquieto en sus últimos dos años en la Prepa en Monterrey, todo pasó muy de prisa.


Bajamos del metro, él seguía caminando delante de mi, tenía prisa por quedarse solo para empezar a vivir una nueva etapa, así que lo dejamos una hora antes de lo previsto, lo abrazamos su padre y yo, y él nos dijo con voz de hombre: ¡Gracias¡ ¡Los amo mucho¡ Después me dijo las mismas palabras que yo le dije hace varios años cuando ahora me ponía de puntitas para darle un beso y la bendición: ¡No te preocupes mamá, todo va a estar bien¡

Nosotros, Mike y yo, seguimos nuestro camino al aeropuerto para regresar a casa de Dubai, mi corazón está tranquilo, pero hoy es el cumpleaños de Míkel, obviamente que me gustaría estar con mi niño y mimarlo dejándole que se quede en la regadera todo el tiempo que desee, que ponga su música a todo volumen y que baile todo lo que quiera, pero no está, así que otra vez vuelvo a sentir esa mezcla de emociones en el que al mismo tiempo que sonrío se me salen lágrimas de mis ojos de nostalgia y de agradecimiento a Dios por habernos dado un hijo maravilloso.

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