Mi hijo siempre ha sido muy inquieto, de pequeño estuvo en clases de piano pero le pareció muy aburrido, así que para canalizar toda su energía le buscamos un club donde pudiera practicar más la natación y así apoyar mejor al equipo de su colegio en donde ya estaba involucrado entrenando dos veces por semana y yendo a competir con otras escuelas.
Mi horario cambió, había que levantarme más temprano a preparar un mejor desayuno para mi pequeño atleta, lavar uniformes de colegio y natación todos los días, manejar diariamente mínimo una hora más para llegar a los entrenamientos y estar ahí por dos horas, además de asistir a las competencias locales y regionales.
También decidí apoyar a Míkel en que lograra un premio por una actividad extra-curriculuar de la escuela y en que fuera a su primer viaje misionero de 10 días a la India con el grupo de jóvenes de la iglesia, para ésto también lo llevé a capacitaciones los fines de semana... En fin, fue un trabajo de tiempo completo de mamá y chofer.
No me arrepiento de haber invertido mucho tiempo en estar al lado de mi hijo en su transición a la adolescencia, realmente lo considero un privilegio y una bendición.
Este año escolar continuaremos igual pero voy a tratar de no olvidar lo que también me gusta y disfruto hacer que es: Tomar fotos, escribir, leer y enseñar.
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