Hace unas horas que mi preciosa amiga Alma partió para estar con el Dios en el cuál hemos creído. Después de una lucha de cinco años y medio contra su enfermedad, ahora descansa.
Son muchos los bellos recuerdos que me quedan de ella, como: pláticas en un café después de salir del gimnasio, celebraciones de cumpleaños de amigas, su participación en el estudio bíblico con las mujeres latinas, el tiempo de convivencia con nuestros niños y muchos más.
Pero nunca olvidaré el tiempo que pasamos juntas solas, donde abría su corazón para contarme lo mucho que amaba a su familia, tanto a su esposo que también ha sido digno de admirar y a sus hijos porque habían madurado mucho en los últimos años como también a su familia en México a quien siempre recordaba con mucho cariño. También hubo varios momentos cuando estuvo internada que me pedía que le leyera la Biblia y que le pusiera música para adorar a Dios aún cuando su dolor físico era muy intenso.
En los últimos cinco meses su cuerpo físico se fue debilitando pero su fortaleza espiritual fue en aumento... ¡Qué gran enseñanza me fue dando día a día¡ Las noches que pasé con ella en el hospital fueron una escuela para mi, y se lo dije dos días antes de que entrara a cuidados intensivos: ¨Alma, has sido mi maestra en la fe y admiro tu fidelidad a Dios¨.
Mis palabras no alcanzan para expresar todo lo que siento, sé que para su familia es una gran pérdida y que cada una de sus amigas aquí en Dubai la vamos a extrañar. Lo bueno es que tengo la seguridad que nos vamos a reencontrar porque ella decidió un día que Jesús tomara el trono de su corazón y ser su discípula.
Doy gracias a Dios por haberme dado la dicha de conocer a esta bella mujer virtuosa.
¨Muchas mujeres hicieron el bien, más tú sobrepasas a todas... Alábenla en las puertas sus hechos¨. Proverbios 31:29-31.
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